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sábado, 4 de abril de 2009

Se nos viene semana santa

Desde hace unos días la pregunta a la que nadie puede escapar, ya sea en el trabajo, con los amigos, la familia y hasta los recién conocidos: "Y qué planes para semana santa?".


La verdad, ni idea. La verdad, me encantaría poder consultar ésta clase de cosas con Michaela, porque de verdad estoy en las nubes. Por el momento, el que me ha llamado insistentemente para tratar de coordinar algo, es el abuelo. Y es que hace ya un tiempo que no nos ve, por lo héctico de nuestra vida, y de verdad siento que al viejo le haría bien tener una buena dosis de juventud.

Se me ocurre que quizá sería divertido dejar a Michaela con el abuelo desde el miércoles en la tarde hasta el sábado por la mañana, y de ahí ir a ver algo en el cine, y descansar sábado y domingo. Al menos divertido para Micha y el abuelo, porque lo que es yo, no tengo mucha idea de qué haría desde el miércoles hasta el sábado. Quizá una maratónica revisión de las películas clásicas que siempre dije haber visto, y que al día de hoy permanecen en lo más oscuro de mi colección de dvds. Quizá eso suene un poco antisocial, pero hasta ahora no he tenido una mejor idea.

Siempre he querido comprar una mesa de poker, al mejor estilo de las series de televisión gringas, donde un grupo de cinco amigos se junta todos los jueves a jugar poker, beber algo y comer cochinada y media, mientras debaten sobre los temas menos importantes y al mismo tiempo, más trascendentales del mundo: las mujeres, los locales de moda, los hijos, la carne roja, la mejor cerveza, el panorama político, el poto de la chica del verano, etc

Y tampoco es que me haya faltado el dinero para hacerlo, sino que en primer lugar, no tengo idea de dónde compraría semejante mueble. En segundo lugar, no sé ni dónde lo ubicaría en el departamento. En tercer lugar, mis escasos amigos saben tan poco de poker como yo mismo, que lo he jugado dos o tres veces en mi vida, con resultados potencialmente desastrozos (gracias al cielo jugamos con fichitas y nunca con plata de verdad). Y en cuarto lugar, cómo hago que mi hija no se sienta mal influenciada por el humo de cigarros y puros, por el olor a trago y la conversación masculina sin censura?

Vamos, que en two and a half men, se ve divertido, no? Quizá no sea mala idea pasar ese par de días al menos tentando la posibilidad de buscar la bendita mesa. 


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