sábado, 28 de febrero de 2009

Presiones y exclusividad

Ésta semana fue, por no decir desastroza, interesante.
Cuando un hombre llega a un punto en la vida, en el que el interés hacia una persona del otro sexo se torna más sentimental que otra cosa, es inevitable que empiece a construir ciertos castillos de naipes imaginarios, cuya altura sólo será limitada por las cicatrices emocionales que lleve encima producto de los derrumbes de previos castillos.

Ésta semana hablé con La Profe un par de veces, y naturalmente la vi en clase, sin embargo desde el comienzo de la semana noté algo particular en ella. Noté que su rostro había cambiado, que su sonrisa no era tan fácil ya, y que hasta su postura parecía forzada por una mochila cuyo peso desconocí hasta hace unos minutos.

Tras ser desechado de sus planes de la semana un par de veces, y luego de notar la frialdad aparente con la que me trataba, hice un último intento por comunicarme civilizadamente con ella. Finalmente, conseguí que me conteste el teléfono y pude arrastrarla a un café.

El resultado: Ella sentía que existía la posibilidad de una relación conmigo, sentía que había una chispa increíble, y que adoraba a Michaela. Pero también sentía que yo llevaba a cuestas una responsabilidad que ella no tenía por qué compartir, que ella era una chica joven, que necesitaba estar rodeada de jóvenes, y salir los fines de semana, y no asumir un rol que por el momento no le correspondía, y que no quería que le corresponda. Sentía que mis llamadas, mis invitaciones posteriores y mi manera de escribirle y tratarla le transmitían una responsabilidad que no había pedido, y que no quería. Ella no quería que yo sintiese que éramos una pareja, o que teníamos una relación. Ella pues, admitió finalmente tiene terror al compromiso, por ligero que sea, y me comentó que era producto de una pésima relación pasada.

Es momentos como éste en los que daría todo por desaparecer de la faz de la tierra a todos los exs.
No puedo ocultar la rabia que me puede producir el hecho de tener que perder a una persona que por un instante alimentó tantas fantasías. Y lo que es peor, darme cuenta que quien alimentó las fantasías fui yo. Las engordé con ingentes cantidades de ilusión, esperanza y hasta de deseo. Porque secretamente, y ya no tan secretamente, me he sentido sólo. Y no lo supe hasta estar acompañado. Y estoy feliz de haber dejado a alguien más entrar en mi vida, permitiéndome descubrir que yo necesito efectivamente a alguien a mi lado, que quizá mi vida sería mejor así. Pero lamento que haya sido una persona que no esté lista.

Y sin embargo, no pierdo el deseo de volver a verla. Sé ahora que la mejor forma de tenerla cerca, es dejarla libre. Quizá su miedo al compromiso se desvanezca cuando ella se dé cuenta que fue ella quien me llamó a mi, quien se acercó. Quizá si dejo que ella dé los siguientes pasos, quizá y podamos superar todo ésto. Que me parece parte de una mala canción de Nacho Vegas.
Definitivamente parte de un verano fatal.

sábado, 21 de febrero de 2009

Detalles

Cuando una pareja que recién empieza, y cuando hablo de "pareja" no quiero atribuirle más que el significado de "par de personas", es inevitable que independientemente a cualquier chispazo electroquímico que pudiera haber entre ellos, el principal elemento de cohesión es la conversación. Y como bien dice Shakira, cuando hay que hablar de dos es mejor empezar por uno mismo.

El día de San Valentin cenamos tranquilamente en casa, no los aburriré con los detalles de mi magnífica cocina, pero me remitiré a decir que el postre fue lo mejor. Una torta tres leches horneada de forma casera y que fue la gloria de la noche. Micha y yo terminamos tan repletos que nos dió franca verguenza que una invitada observe nuestra salvaje naturaleza tan de cerca. Tras acostar a la enana, empezamos a conversar.

Y cuáles suelen ser pues los principales temas de conversación?
Básicamente quién eres, quién soy, qué hago, dónde lo hago, cómo llegué a dónde estoy, etc. Y naturalmente el tema del trabajo, y de la madre de Michaela la intrigaron de forma notoria.

Principalmente porque sé que para una mujer es delicado hasta cierto punto intentar tocar el tema de mi esposa conmigo, siempre temiendo tocar alguna fibra sensible en mi. Lo que desconocen es que no existe fibra insensible, que yo hablaré siempre de ella con la mayor pasión y cariño, y que tocar el tema para mi no es un problema, aunque quizá lo sea para la interlocutora, pues en una conversación que debería derivar en cierto punto a los gileos respectivos, escuchar a alguien hablar de su anterior pareja con tanta devoción, quizá no sea lo más agradable. Y sin embargo, pareció no molestarle.

Y cuando hablamos de trabajo, de la oficina y de Travel, mostró bastante interés en ésto último. Primero me miró con cierta desconfianza y me preguntó socarronamente "no me vas a intentar meter en esas cosas, no?".
No pude más que mirarla con cierta ternura y decirle que yo no pretendía meterla en esa ni en ninguna otra "cosa", ni mucho menos.
Intenté explicarle el funcionamiento de Travel, y finalmente le dije lo que le digo a todo el mundo. "No es para todo el mundo, porque no todo el mundo tiene la fuerza de voluntad para trabajar en algo así. Hace falta más que ganas de superación, hace falta un carácter y una personalidad especial, hace falta disciplina, cariño, hace falta querer siempre un poco más, y la verdad es que la mayoría de las personas están cómodas donde están, así sea en la desgracia." Le expliqué que vivimos en un mundo en el que hay que competir, ya no por uno mismo, sino por otras personas. Cuando supo que hablaba de Micha, entendió.

viernes, 13 de febrero de 2009

Pre San Valentín

De forma natural. Esa era la premisa de mi incipiente relación con ésta chica zanquilarga y juvenil que había venido a caer en mi vida por cosas del destino, y de Michaela. Si no hubiese decidido inscribirla en clases de natación, nada de ésto hubiera sucedido. Son graciosas las causalidades de la vida, y los distintos efectos llenan de color el arcoiris de nuestra experiencia.

Me llamó pues, y contesté de forma muy formal, pues me encontré a la defensiva. No entendí su llamada al principio, pero luego mi anacronismo me dió una patada en la quijada, y entendí que hoy en día la chica también llama al chico. Me comentó que lo pasó genial con nosotros y que esperaba que nos podamos ver pronto durante las clases. Añadió finalmente una pregunta que me quitó el piso al no haberme siquiera percatado de la cercanía de la fecha realmente (aunque en la chamba, la tengamos más que presente). "Qué planes para San Valentín?".

Dios! Qué responder?! A éstas alturas de mi vida, he aprendido que andarse con poses, o tratar de conciliar demagógicamente tu punto de vista con el de la otra persona no suele ser ni fácil, ni realmente convincente en la mayoría de los casos. Quizá funciona cuando preguntas "Y qué pizza te gusta?"-"La americana."- "A mi también!". Pero no en relación a fechas importantes que representan algo más, o que al menos deberían representarlo.

Me quedé atónito por un segundo, y finalmente mascullé, mientras miraba a Michaela, que seguía parada frente a mi un "no... no hay planes. Acá con Micha, cocinamos algo."
Logré agregar un seguro "Y tú?" a mi mal estructurada frase inicial.

"Ah, me iba de campamento con unos amigos, pero al final fue, porque nadie se puso de acuerdo con la plata, y una de las parejas se separó en ésta semana... entonces como que ya me quedo en Lima nomás."

"Ah... pucha. Ni modo, esas cosas pasan. Pero si no tienes planes, y si no quieres aburrirte, pues eres bienvenida a sufrir de mi terrible cocina ese día, si quieres."

"En serio? Jaaa, no creo que cocines tan terriblemente. Creo que pocos papás solteros cocinan mal, no lo sé con seguridad, pero me imagino que aprenden sí o sí, no? En cualquier caso... mostro! Pero yo llevo el postre, te parece?".

"Claro, genial! Este... nada pues, nos vemos durante la semana, ya? Voy a ir a acostar a la enana, que ya se está quedando dormida en el sofá."

"Ok, un besito, bye!"

Michaela, que no demostraba el más mínimo interés en quedarse dormida, me miraba profundamente. Por un instante me pareció ver un gesto de desaprobación, pero su rostro se contorsionó al instante, inflamandose y poniéndose coloradote, transformando sus redondos ojos verdes en dos rayitas chinitas, estallando en un sonoro y correlón "UuuuuUUUUUuuuuu!!!!!"

Así que aquí me tienen, comprometido en una cita que no pedí, pero que agradezco, y camino a Wong a hacer las compras. Espero que no se me queme nada mañana!

sábado, 7 de febrero de 2009

La llamada

La angustia adolescente que se puede presentar en un ya consabido y engreido adulto, muchas veces puede llegar a sorprender hasta al más pequeño elemento de una familia.
Micha notó mi preocupación inmediatamente tras la "cita" con su profe, y eso la mantuvo algo intranquila por un momento, hasta que superada su angustia infantil preguntó con la soltura de huesos: "Papá, qué te pasa ah?".

Poco faltó para que ella me dé una lección sobre las relaciones humanas, pero su conocimiento de ellas, basado en series de televisión y películas todavía es algo melodramático/superficial, y felizmente ella lo admite.

Decidí pues no llamarla inmediatamente, pero mi febril y recientemente encontrada hormonalidad podrían traicionar mi voz, y a mis años, soltar un gallo por teléfono suena la verdad, muy poco charming.

Así que me dediqué a pensar en cualquier otra cosa... Cosa que cuando el cerebro mantiene ya un punto fijado cual francotirador, es muy difícil de hacer, porque la simple asociación de idea te terminar llevando finalmente por los caminos que no quisiste andar. Y de un momento a otro, me hice amigo mentalmente de sus amigos, salíamos a fiestas, nos divertíamos, su papá me miraba con recelo, etc.

Un soñador compulsivo.

Ante tanta tontera psicológica que sucedía en mi interior, decidí que tenía que finalmente cortarla por completo. Mientras miraba el techo y escuchaba a Michaela balbucear ininteligiblemente palabras en la otra habitación, decidía que no podía tomar en serio una salida tan amical como la que habíamos tenido, y que estaría cometiendo un grave error, si leyera demasíado en ese pequeño acto. Mucho peor, si pusiera esperanzas en una salida tan inocente.

Cundo me di la vuelta, Michaela me miraba fijamente con el brazo extendido, con una mirada divertida y una ceja arqueada. Sonrió ligeramente y me dijó: "Papá... la profe."

Recomendado de la semana

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