De regreso:
Es increíble cómo unas mini escapadas pueden reparar el autoestima ligeramente magullada.
Es increíble cómo unas mini escapadas pueden reparar el autoestima ligeramente magullada.
Publicado por El Alquimista en 9:33 0 comentarios
Etiquetas: Antioquía, Camarones, Comida, divesión, Huarochirí, Michaela, travel one, vacaciones, viajes
Cuando uno atraviesa ciertas dificultades emocionales, de pronto una sobrecarga de trabajo recientemente eliminada, o cuando uno necesita simplemente deshacerse de la podredumbre mental en la que puede caer tras construir una rutina que difumina cada día los rasgos de su vida, cambiar de aires siempre es bueno.
Ya sea un viaje pequeño a un pueblo cercano, o un viaje al otro extremo del mundo. La simple idea de viajar apertura nuestras mentes a nuevas experiencias, y nos permite oxigenarnos, llenar nuestros pulmones de nueva vida, y guardaremos como tesoros esos momentos fotográficos, para utilizarlos como baterías cuando nuevamente tengamos que sumergirnos en nuestro día a día.
Así que con ganas de dejar un poco de lado las últimas experiencias, y aprovechando que Micha comienza clases en unos días, vamos a aprovechar que mi trabajo me permite viajar cómodamente, y viajaremos un poco. Yo necesito de ella, y ella, que no es capaz todavía de entender la fuerza que puede transmitirme, también necesita de mi. Así que un poco de father & daughter time es necesario.
Ya les contaré a mi regreso.
En otras noticias, quisiera aprovechar para desearles a todas las mujeres un feliz día internacional de la mujer. Tantas de ustedes son tan trabajadoras, tan fuertes, que simplemente queda admirarlas. Admiración es la palabra clave en éstas fechas.
Un saludo grande a todas.
El Alquimista.
Publicado por El Alquimista en 12:16 2 comentarios
Etiquetas: amor, Michaela, travel one, travelone, vacaciones, viajes
Entonces disfrazamos a papá e hija como personajes de la Naranja Mecánica. Creo que la mitad de las mamis que nos vieron no entendieron de qué ibamos. Aunque algunos papás que salieron con caras de aburridos a repartir dulces a las hordas de niños (la gran mayoría conchudamente sin disfraz y armados con una calabaza de plástico gritando "Halloweeeen") sí se llevaron la mano a la cabeza y exclamaron un "Qué buena!" mientras rellenaban la calabaza tanto de papá como de hija. He de decir que fue un éxito rotundo que casi me lleva al coma por la ingesta de azúcar, y que tuvo zumbándole las orejas a mi enana por la misma razón. Eran las 3 de la mañana y no quería ir a dormir! Jajajaja.
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