sábado, 28 de marzo de 2009

Sin lugar para los débiles

Una de las cosas que me hacen sentir recontra buen papá es ayudar a Micha con las tareas. Su cara de consternación cuando resuelvo sus más complicados problemas en un abrir de ojos pronto se volverá cara de "papá, cómo es posible que no puedas resolver ésta ecuación diferencial con diecisiete variables?", pero mientras dure la vaga idea de que su papá es el hombre más inteligente del mundo, yo feliz.


Cobré mi cheque de Travel y veo con alegría que ésta semana me ha ido bastante bien, nada me encanta más que poder ir gastando mentalmente las sumas que vamos amasando en pequeños placeres llamados vivencias y costo de vida. También he notado que el cinturón de seguridad del carro tiene que ser jalado cada vez más, y que la panza de conductor se asoma cada día con mayor notoriedad, cosa que no me asombra realmente. La verdad es que si bien mi vida no es sedentaria en su totalidad, algo de ejercicio no me vendría nada mal, así que he decidido enrolarme en uno de esos programas en los gimnasios por un año entero. Y es que pagar mes a mes es un crimen para el bolsillo, además de que psicológicamente me conviene comprometerme a largo plazo. De paso sé que me ayudará a manejar el stress. 

En algún momento quise meterme a clases de judo o karate o algo así, por consejo de un amigo mío, pero la verdad la idea de tener a chicos de 18 años agarrándome a patadas no terminó de convencerme de que aliviaría mi stress así... quizá si agarro a patadas yo a un número indeterminado de chicos me pueda relajar correctamente, pero por el momento, next.

El otro día me puse a ver una película de Jason Statham, "El Transportador 3" con Micha, a quien le encantan las películas donde un sólo hombre destruye a un montón de fulanos en poco tiempo (a diferencia de muchas mujeres, que prefieren una película donde un sólo hombre es destruido a lo largo de tooooda la película - Micha, no cambies nunca!-), y cuando el fulano se quitó la camisa para poder pelear mejor, tanto la enana como yo nos quedamos con la boca abierta y completamente patidifusos. La enana me agarró la panza y acto seguido me dijo "no más pizza para ti, panzis". Noooooo!!!

Así que ni hablar, quedó determinado. A correr se ha dicho! Lo difícil del asunto creo yo que será comer correctamente, porque en primer lugar: me encanta comer. En segundo lugar, me encanta prepararle a Michaela cosas ricas, pequeñas tonterías pero buenazas! Sandwiches mixtos calientes, tequeños con guacamole, etc. Esa clase de cositas... y es que me aprovecho de que todavía no ha entrado en esa funesta edad en que las mujeres empiezan a vivir perennemente bajo el yugo de mortíferas dietas. Y juro que ese día la llevaré a un nutricionista para que no me venga con tonterías y termine flaquísima y desnutrida. Ojalá, haya sacado el metabolismo de su madre, que podía comer cualquier cosa y mantenerse en un peso ideal... aunque ella corría siempre, claro.

Ya veremos, la vida es una sorpresa contínua.

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